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*La Dra Rita Meoño fue entrevistada en video, tal y como se hizo con las otras directoras. Lamentablemente se tuvo que omitir el video por problemas con el audio. A continuación, se transcriben sus respuestas.

¿Cuál era el contexto al momento de asumir la Dirección?
Creo que en la historia reciente ninguna de las gestiones de Dirección de la Escuela ha sido sencilla, porque tenemos un acumulado de más de 30 años de gobiernos neoliberales; de políticas neoliberales en general, impuestas para toda América Latina, y eso impacta el contexto nacional e institucional en el que nos hemos movido.

Al asumir la gestión, nosotros iniciamos con muchísima ilusión y solo tres meses después ya teníamos una experiencia inédita: la toma del edificio de la Facultad de Ciencias Sociales. Ese movimiento obedeció a una lucha a nivel país en el marco de la crisis fiscal y de las presiones que como universidad pública se estaban experimentando por el presupuesto del FEES. Recuerdo muy bien esto, porque estábamos en la curva de aprendizaje cuando tuvimos una toma del edificio, se cerraron las instalaciones y hubo que participar activamente en todo ese movimiento.

Y estábamos recuperándonos de la toma del edificio en el verano, organizando inclusive planes remediales para resolver los vacíos que habían quedado en el segundo ciclo del 2019, y en marzo cae la pandemia por la Covid-19.

Entonces, realmente el contexto en el que nos tocó conducir la Escuela fue bastante difícil, inédito. Un momento disruptivo en la historia de la humanidad y en la historia de nuestro país. Con la llegada de la pandemia al país, todo lo que conocíamos como normalidad se coloca de cabeza y eso ocurre también para nuestra Escuela. En cuestión de semanas el mundo cambió y cuando creíamos que teníamos todo planificado y todo organizado, y teníamos respuestas para lo que teníamos que hacer, nos cambiaron todas las preguntas.

Fue un momento muy fuerte, muy intempestivo también, pero también muy desafiante como Escuela. La pandemia es una cuestión que sobrepasa cualquier gestión, a cualquier equipo de trabajo y tuvimos que parar toda la maquinaria para empezar a tomar decisiones y asumir esos nuevos desafíos. Cada una de las personas que conforman la Escuela tuvo que vivir las dificultades que implicaba el aislamiento y además, vivir todo lo que implicaba organizarnos para salir a flote en ese momento tan crítico.

Ya para el 2019 la situación del país y de América Latina estaba atravesada por una gran cantidad de manifestaciones sociales de inconformidad, se dieron manifestaciones en múltiples países y la pandemia vino a ser la cereza que corona el pastel y solo vino a exacerbar todas esas.

¿Cuáles fueron las áreas prioritarias durante su gestión?
Para hablar de las prioridades de la gestión habría que retomar primero cuál era el estado de situación de la Escuela en ese momento. Y tengo que decir que en ese momento estábamos con una Escuela bastante dividida. Incluso tuvimos una elección de Dirección donde no hubo candidatura.
Y más allá de que no hubiera una candidatura, no había ni siquiera posibilidades de conversación entre sectores. Entonces, así es como yo llego a la Dirección de la Escuela, después de una conversación con distintos sectores que con dificultad se hablaban entre sí. Asumimos con ilusión, pero con mucha claridad de cuál era la situación y el estado de la Escuela por conducir.

En este estado, y paralelo a la situación de regresión social que hay en el país, sabíamos que teníamos muchísimos desafíos. Lo primero que teníamos por resolver era la elaboración de un plan de desarrollo estratégico, pues esto lo había postergado la Asamblea de Escuela desde el 2017. Esa postergación tenía pesos importantes, porque había que decidir hacia dónde queríamos ir como conjunto académico.

El estudiantado siempre fue prioridad, también había que pensar en la investigación y en el perfil de las y los docentes que van a dar clases.

La contratación de docentes fue un punto medular porque tenemos una Asamblea pequeña. Por tanto, teníamos que escoger gente que tuviera perfiles con mucha pertinencia y con mucha afinidad con los cursos que íbamos a impartir.

Otro gran desafío, que continúa siéndolo, es fortalecer la investigación. Había pocas líneas de investigación, pocas personas involucradas en investigación. Por eso, se planteó a la Comisión de Docencia la importancia de levantar la investigación y de hacer un plan al respecto.

En materia de Acción Social estábamos un poco más fuertes, sin embargo, había desafíos de integrar investigación, docencia y acción social, había que trascender, no solo hacer proyectos independientes.
Y no menos importante, pensamos en fortalecer los vínculos del grado con el posgrado. Yo venía de la Dirección del Posgrado, por tanto, me parecía que era un área estratégica: cómo desde el grado podíamos apoyar para que el posgrado tuviera mejores condiciones.

Esas eran las áreas prioritarias, pero con la llegada de la pandemia una prioridad se instala y es la lectura del contexto mundial, nacional e institucional. No podías tomar ninguna decisión sin saber cómo se estaban moviendo las aguas y creo que eso nos dio una gran fortaleza para la toma de decisiones.
Si tuviera que mencionar un desafío principal para mi gestión, diría que fue la lectura del contexto. Y lo hicimos gracias a que hubo muchas personas participando, gente experta de la Escuela. Y tratábamos de conectarnos a todos los espacios universitarios: el Consejo Asesor de Facultad, el el Consejo de Área, el Consejo de Rectoría. Tuvimos una participación sumamente activa para monitorear el acontecer y así tomar las decisiones internas de nuestra escuela.

Fuimos la primera unidad académica que decide cerrar las instalaciones para resguardar la seguridad de nuestros docentes, de nuestros estudiantes, pero también de nuestro personal administrativo. Y creo que fue una gran decisión porque en ese momento realmente no sabíamos… pensábamos que iban a ser dos meses, tres meses… no imaginábamos que íbamos para dos años o más.

Me parece importante destacar que logramos la sostenibilidad la Escuela en un momento tan disruptivo. Eso personalmente a mí me llena de mucha satisfacción y solo fue posible por un Consejo Académico súper comprometido y por equipos de trabajo que respondían a todos los llamados que hacíamos. Las decisiones se tomaron con base en consultas; se consultó a docentes, se consultó a estudiantes, se consultó al personal administrativo… bueno y se consultaba al Consejo Asesor, se consultaba a la Decana, porque había que tomar decisiones muy fuertes, muy pesadas.

Entonces, la información altamente estratégica de los cambios en la condición del estudiantado y del profesorado nos permitió tomar decisiones acertadas.

Y en materia del Posgrado dimos un impulso, apoyamos con recursos, y apoyamos también con pensamiento estratégico para sacar a flote un Posgrado que venía pasando algunas dificultades y que ahora está en funcionamiento.

¿Cuáles fueron los principales desafíos de su gestión?
La pandemia fue el principal desafío; tener que transformar toda la oferta de la unidad académica de presencial a virtual en cuestión de semanas. El poner en sintonía a todos los equipos docentes, para que pudieran transformar sus cursos con esos nuevos requerimientos. Hubo también mucho esfuerzo para la capacitación de docentes, porque más del 50% del personal no sabía dar una clase virtual, la había recibido en el mejor de los casos, y en el peor de los casos nunca había recibido ni impartido algún curso de este tipo.

Esas capacitaciones, que se hicieron desde la UDETS y desde la Comisión de Docencia, fueron sumamente importantes. Tan importantes como los sondeos sobre la situación de los y las estudiantes. Tuvimos desafíos de accesibilidad y de conectividad, nuestros estudiantes tenían condiciones muy difíciles, entonces coordinamos con la Vicerrectoría de Docencia, de Vida Estudiantil y con la FEUCR. Incluso, desactivamos todos los laboratorios para entregar equipo de modo que los y las estudiantes tuvieran condiciones y acceso para la virtualidad.

Y otro gran desafío, que no puedo dejar de mencionar, es el talento humano de la Escuela. Esta división que mencioné, al inicio de mi gestión, se mantiene, y no es una cuestión nueva, es una cuestión de larga data. Creo entonces que hay que seguir trabajando para que el interés institucional esté por encima de los intereses particulares de personas y de sectores.

¿No podría narrar alguna anécdota o situación particular de su gestión?
Nunca hubiera imaginado tener que gestionar la Escuela en un momento tan disruptivo a nivel mundial. Eso me llena de mucha satisfacción, pero también fue un proceso difícil, un proceso que ameritó mucho compromiso y mucho desgaste.

Complementario con esto, una gran satisfacción que me llevo es la posibilidad de haber hecho equipo para salir de ese momento tan difícil. Como Escuela demostramos que sí se puede hacer equipo cuando las condiciones lo requieren.

El Consejo Académico para mi fue de lujo, siempre lo he dicho y lo repetiré, porque fue un equipo con el que pudimos trabajar con confianza, con compromiso, con solidaridad, con diferencias también, pero con respeto.

A partir de su experiencia, ¿cuáles deben ser las áreas prioritarias del Trabajo Social en la actualidad?
La pandemia nos interpela y nos obliga a hacer un alto en el camino, a hacer un balance crítico de lo que ha sucedido. No hemos tenido tiempo de reflexionar lo que nos sucedió, cómo nos reinventamos, cuáles fueron nuestros aciertos, cuáles fueron nuestros desaciertos. Y de ese balance va a depender lo que decidamos para nuestro futuro.

Pero si hay algún área con el que nosotras y nosotros como profesionales de trabajo social tenemos que reafirmar nuestro compromiso es con la promoción, defensa y exigibilidad de los derechos. Eso lo engloba todo, porque estamos en un momento de mucha regresión social, de mucha pérdida de derechos, de un ataque permanente al estado social de derecho, de un ataque permanente a la Educación Superior Pública.

Por tanto, si nosotros colocamos la bandera de los Derechos Humanos, como la bandera de la resistencia que necesitamos en este momento tan difícil, creo que los caminos se nos van a iluminar.

¿Nos podría brindar unas palabras en el marco del 80 Aniversario de la Escuela de Trabajo Social?
La Escuela de Trabajo Social cumple 80 años y la Escuela somos quienes han estado, quienes ya no están, quienes estamos en este momento y quienes vendrán.

Cumplir 80 años no es un asunto menor, así que espero que esta conmemoración nos permita valorar nuestro pasado con criticidad, pero con respeto, para poder comprender el presente y hacer lecturas críticas de lo que sucede en el mundo, en nuestro país y con nuestras poblaciones. Lo hemos hecho en el pasado y estoy segura de que lo vamos a hacer en el presente.

Espero que la Escuela siga siendo un referente a nivel de la universidad, a nivel del país y a nivel de América Latina.


 

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